Pero quienes son protagonistas de verdad son las personas que lo habitan, todas aquellas que hacen del centro un lugar de convivencia, de compañerismo, de actividades compartidas. En cada gesto se muestra educación y respeto hacia las otras personas, el cariño queda expresado en el trato cotidiano, y más en una época en la que hemos tenido que aprender a demostrar nuestros afectos de otras maneras. Partiendo de ese respeto, hemos explorado diferentes formas de representar a los/as demás, sea en posados o en robados, así como de auto-representarnos mediante selfies, jugando con reflejos, con siluetas, o con detalles y actitudes que nos identifican.

A través de las fotografías hemos intentado expresar algunas de nuestras emociones, tales como el amor, tanto hacia las personas que nos rodean como hacia la naturaleza, la alegría, representada de formas variadas, también la tristeza o el llanto, o incluso el pánico, dejando que afloren en toda su variedad, ya que son sentimientos que nacen de distintas sensibilidades, y de ahí que muchas imágenes pasen a formar parte de la fotografía artística.

Acompañar un proceso de creación fotográfica colectiva es emocionante porque supone formar parte de la magia que ocurre cuando un grupo de personas se reúne con sus cámaras en mano dispuestas a compartir un tiempo de aprendizaje mutuo.

En este proceso han aparecido tres grupos: «Los/as Rockeros/as de las Cámaras» (Alicia, Andrés, Ángel, Carlos Alberto, Ernesto, Felisa, Inma, Juan Carlos, Noemí, Paula, Reme, Yolanda); «Los Cometas» (Gonzalo, Iván, Juan Diego, Juana Irene, Mª José, Santiago, Virginia); y «La Tribu de los/as que ven» (Fernando, Fouzia, José Manuel, Luis Alfonso, Mª Ángeles, Mª Jesús, Pedro).